30 octubre, 2020

Halloween Blog 🎃: ¿Por qué nos da tanto terror perder?

Confirmado se aplaza el clasico paisa
Radio Múnera Digital

Este texto no necesariamente compromete ni representa la posición del medio de comunicación. Las ideas representadas en él son responsabilidad del autor

Por: Juan Camilo Villa M. – @juanvillamunera

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Nadie juega un juego para perder, no es valorable decir que alguien es muy competitivo porque siempre quiere ganar, porque en ese sentido todos los seres humanos lo somos, nos gusta competir, imponernos y sentirnos mejores que los demás y eso no es malo, es la naturaleza, por eso en las manadas de animales hay macho alfa y siempre lo están tratando de derrocar. La competitividad está es en cómo nos preparamos para ganar, el deseo de ganar lo tiene cualquiera.

Los equipos grandes como los dos tradicionales de Antioquia, tienen a hinchadas importantes, prestigiosas, que han sido influyentes en partidos difíciles, que han levantado al equipo en momentos de confusión, que han hecho sentir especiales a los jugadores y que lo dicen los registros, son las que más han acompañado en la última década en los estadios y no creería uno de ninguna manera que alguno de estos hinchas que tanto le ha entregado a su equipo quisiera o actuar para que a su equipo le pasara algo negativo, ¿quién más que un hincha quiere ver a su equipo bien?.

Decir fútbol, es como decir turismo, alimentos, textil, automotriz, es hablar de un sector de la economía, con sus dinámicas, sus demandas, sus ofertas, su regulaciones, sus modelos de negocio y sus roles en la cadena de producción.

Cuando una persona entra en una crisis económica o una quiebra, lo más complejo. más allá del dinero, es aceptarlo públicamente y cambiar su estilo de vida acorde a la realidad y no a lo que por ostentar o demostrar estabilidad y bienestar sigue ahondando una deuda que a menos de que se logre transformar la manera de pensar y actuar, será imposible solventarlas.

El hincha tiene un ego alto y al ego lo gobiernan las emociones. Al hincha no le gustan los procesos porque duelen y cuestan derrotas, el hincha siempre compara sus momentos con el de los demás, cuando se gana todo está bien y cuando se pierde se tienen que ir todos y haber dado con dos momentos similares en cuanto a transformación tanto de Nacional como de Medellín y tener que resistir que por el momento los equipos no tengan la figuración deseada, sin las nóminas avasallantes de antes, equipos que tienen que sufrir mucho los partidos para poder ganar rodaje y consolidar sus ideas de juego, eso es un golpe al ego, a la idea que se tenemos los ‘paisas’ sobre nosotros mismos, acostumbrados a percibirnos siempre como los mejores y que inevitablemente esto fomenta la impaciencia.

Que se vaya Osorio o Javier Álvarez y vengan otros nombres, lo único que garantiza es que venga una nueva idea de cómo atacan o cómo defienden los equipos, pero garantizar que los resultados van a aparecer porque llegue otra persona es algo sin fundamento, de ser así seguro ya la hubieran contratado. Lo único que puede intentar un entrenador es mejorar a sus futbolistas, tratar de consolidar cualquiera que sea la idea y esperar que esas dos partes se complementen y por consecuencia del buen proceso aparezcan resultados.

Nadie que haya forjado una fortuna, que haya conseguido algo difícil, lo hizo en poco tiempo o tomando una sola decisión, seguramente primero se trabajó a sí mismo, por ende su desempeño mejoró y al hacer las cosas mejor el dinero o el éxito llegaron por añadidura, porque golpes de suerte tiene cualquiera, pero alto rendimiento sostenido en el tiempo lo consiguen pocos.

Si Juan Carlos Osorio se fuera hoy de Nacional o si al final de esta temporada no consiguiera un título ¿valió la pena lo que hizo?. Para quien escribe, sí. Se reestructuró la manera de trabajar del club, se armó una plantilla con 35% de canteranos, hizo debutar a cinco jugadores, se potenció a un jugador como Daniel Muñoz y esa venta fue fundamental para este difícil año a nivel económico, se limpió el plantel de jugadores de poco aporte y por momentos se mostró un juego que hace mucho no se veía como aquellos clásicos con Medellín.

Si se fuera Javier Álvarez hoy del DIM, hizo debutar promesas importantes como Miguel Monsalve o Juan Camilo Moreno, mostró su idea en Copa Libertadores con una nómina muy joven, el equipo ha dado señales de personalidad y ganas, es muy prematuro el balance, pero los jugadores dan testimonio del cariño y la confianza que les brinda en un grupo que vivía una tensión muy hostil. El otro año podrá reforzar y fortalecer un plantel basado en ‘pelaos’ que llegarán con mucho rodaje y lo más importante, un Medellín más saneado y tranquilo con sus finanzas.

Es cierto que nada de lo anterior se parece a las palabras resultados o títulos, pero estos han llegado y los hemos celebrado en Antioquia, aunque muchas veces nos han dejado más problemas a largo plazo que no se calculan cuando se está la emoción de levantar una copa y restregarla en la cara de los rivales.

Eso lo entendió Nacional cuando fue al TAS, Medellín cuando no ha tenido cómo pagar una nómina. Es que el hincha se queda con la celebración, pero los problemas le quedan a los clubes y sus dirigentes, que claro que se equivocan, pero que ahora es lo que no quieren, están haciendo las cosas al derecho o al menos de una manera medida y acorde a la situación y esa transformación duele y cuesta, porque como dice César Menotti: «Hay que tener mucho cuidado con la soledad inmensa que tiene conseguir éxito de cualquier manera».

No sé si mucha o poca gente esté de acuerdo con lo expresado en este texto, pero como periodista no tengo que caer en el cliché de siempre ‘dar palo’ a los clubes cuando no hay resultados, porque sé que se las ideas que se tienen son buenas y hay gente capacitada tratando de llevar proyectos serios en medio de mucha presión y ansiedad de títulos, como sociedad no tenemos la cultura futbolera para esperarlo y disfrutar el juego más allá del marcador.

No tengamos tanto terror a perder, ni en la vida ni en el fútbol, porque ese es el camino al éxito sostenido y duradero. Si no pregúntenle a América qué le dejó su último título obtenido.

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