El comentario de Santy Martínez: la necesidad del DIM no tiene cara de perro

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Por Santy Martínez

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“Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer o escribir, serán aquellos que no sepan aprender, desaprender y volver a aprender” (Herbert Gerjuoy. Alvin Toffler). Interpreto que es más importante desaprender porque implica recoger lo nuevo. Vale para el fútbol, vale para la vida. El fútbol se parece más a la vida cada día.

Pasa el batallón de años en la historia de la humanidad y la transformación no se detiene ni se detendrá. Las decisiones del homo-sapiens estarán apoyadas entre lo necesario y lo valorado correcto y esto es, esencialmente, una contraposición.

En el fútbol profesional lo valorado correcto sería contratar buenos jugadores para hacer buenos equipos, cosa súper estimulante para el aficionado, pero esto riñe con las maltrechas economías de los “clubes”.
Los equipos con grandes jugadores son generadores de todo tipo de mercadeo y hasta pagan una contratación estrella vendiendo su camiseta. Si se obtienen los objetivos todo es color de rosa; lo contrario propicia desbandadas. En Colombia, cuando el hambre aprieta, cualquier cosa es buena para calmar los sonidos de la panza. Como decía El Flecha, “hay que engañar al estómago como a pelao chiquito”. Dicho de otra manera, la necesidad tiene cara de perro.


A la falta de plata, lo básico se suple: jugadores baratos y, por obligación, elementos de las fuerzas básicas (divisiones menores). En el Deportivo Independiente Medellín no opera esto último, por la sencilla razón de que el recurso humano juvenil ha alcanzado logros en las categorías Sub- 15, Sub- 17 y Sub- 20.


Hoy El Equipo del Pueblo cuenta con un director Técnico -Aldo Antonio Bobadilla- que entiende que hay que darles posibilidades a los buenos jugadores jóvenes sabiéndolos llevar, haciendo buenas combinaciones y así se van fortaleciendo. Ojalá que los jugadores Juan David Mosquera, Juan Manuel Cuesta y Edwin “Shirra” Mosquera sean protegidos y retenidos en el club hasta cuando se consoliden. Que no pase lo acontecido con Aldair Quintana y Ángelo Rodríguez, por ejemplo, quienes no tuvieron acompañamiento y debido cuidado. Ahí es cuando los hinchas interpretan que las cosas en el Medellín no funcionan bien.


Por estos días El Equipo del Pueblo goza de su clasificación a la fase de grupos en la Copa Libertadores de América, iniciando ante Libertad como local. Para lograr ese objetivo el conjunto rojo mostró en la definición desde el punto de penal la personalidad y carácter que no tuvo en el juego.

Como hecho curioso y para la historia, tanto Atlético Tucumán como el DIM no mostraron ganas, empuje y decisión en el partido de cierre. Y digo curioso porque los equipos argentinos nos acostumbraron al fútbol vertical, intenso y de fricción, por lo que hay que abrir un interrogante al Poderoso DIM en lo que viene tanto en la Liga como en la Copa por el cómo se clasificó. No es el momento para lanzar fuegos pirotécnicos porque eso sería festejar las incongruencias del juego rojo.


En los grandes equipos de fútbol existen hoy los metodólogos, profesionales que ayudan positivamente a la garantía del método, respeto al estilo, obviamente, con las modificaciones que haya que hacer en el ejercicio del ahora. De forma articulada a lo deportivo, deben considerarse aspectos emocionales y trabajar las respuestas ante situaciones específicas del juego. Todo ello es susceptible de mejoramiento desde las fuerzas básicas para llegar en un nivel superior al profesionalismo.

El metodólogo debe estar atento para que tanto método como estilo no estén sometidos al capricho de los técnicos del fútbol profesional y, por supuesto, se necesita conciencia de los directivos. Si el Medellín tuviese metodólogo supervisaría el trabajo que demanda el hoy día sin dejar de lado las viejas formas:

Unidad de grupo.
Mentalidad ganadora.
Manejo de las emociones.
Ser educado con el balón. Es decir, tratarlo bien.
Tener voracidad para la recuperación.
Vértigo para las transiciones.
Ir al frente. Es decir, ser protagonista.


Hay que entender que el fútbol ha ido, en cuanto al trabajo, de lo individual a lo colectivo; que todas las formas son válidas. Por eso, no se puede renegar de lo viejo. Lo que hay que hacer es integrarlo todo en un contexto de trabajo que se parezca al juego. El técnico profesional debe respetar la idea que defiende el metodólogo porque es la idea del club.

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